¡Necesito una copa!-se dijo a si misma mientras se fumaba un cigarro en la ventana. Aprovechando el fresco de la noche, decidió salir a pasear por la playa y disfrutar de ese aroma tan peculiar que trae consigo la estación de verano.
A solas con su tristeza vagaba por la orilla refrescándose los pies con los olas, olas que inconscientemente la sumergían en sus pensamientos, esos mismos pensamientos que ella deseaba olvidar. Cansada y melancólica acabó en uno de los pubs de la zona bebiendo whiskys y algunos chupitos cortesía de la casa, su tristeza parecía evadirse tras cada sorbo nublando a la vez su mente...
El sonido de los pájaros daba comienzo a un nuevo día, aturdida y desorientada miraba a su alrededor para saber donde se encontraba. Su mirada quedó fija en sus piernas y en sus pies descalzos teñidos de sangre, sus ropas estaban rasgadas y su cuerpo magullado. Derrepente su mente entró en shock al intentar recordar que había pasado, todo se oscurecía tras el último chupito que le acercó "alguien" en la barra, lágrimas brotaban de sus ojos mientras su cuerpo temblaba. Tras mirar atentamente se dió cuenta que estaba en la puerta de casa y a duras penas consiguió levantarse para poder entrar.
A su paso huellas semi-ensangrentadas recorrían el pasillo hasta llegar al baño. Fue allí, cuando al verse reflejada en el espejo su mundo terminó de hacerse pedazos, rasguños cubrían sus mejillas, moratones recorrían su cuerpo, incluso alguna que otra mordida la marcaba.
El cristal que la reflejaba se hacía pedazos en su mente mientras gritaba sin decir palabra. Y no era poco el dolor que sentía que el alcohol que aún permanecía en su cuerpo se desvanecía y con el su efecto sedante.
Sin saber que hacer se arrastró hacía la ducha y allí acurrucándose bajo el agua se quedó mirando como la sangre se iba por el desagüe. Sin más lágrimas que poder soltar soló encontró una salida para acabar con la pesadilla que estaba viviendo. Pastilla tras pastilla vacío la caja de antidepresivos, pero eso no le parecía suficiente...
Un mar de sangre cubría el suelo mientras el cuerpo yacía inerte en la habitación, pues había dado fin a su tormento con una de las cuchillas que encontró.
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